He pasado todo el fin de semana en el campo. Tenía mis dudas ya que pensaba quedarme en la ciudad para quedar con algunas amigas, visitar un par de sitios y actualizar un poco el blog (además de ponerme al día con los vuestros), pero al final me uní a mis padres. Hice bien. Allí se puede dormir por las noches y la desconexión total sienta de maravilla de vez en cuando. Además pude ver a toda la familia que tenemos por allí y me lo pasé muy bien sin hacer realmente nada especial. Unos de mis primos lejanos tuvieron un segundo niño el invierno pasado y aún no lo había podido ver (qué preciosidad de crío y qué grande está ya, ha sacado los genes alemanes de la madre) y me he dado cuenta de lo rápido que van creciendo los demás. Las nuevas generaciones, tomando el relevo de la mía en dar verdadera vida al campo :)
También estoy cocinando y horneando, pero no me he traído mi cámara y son más bien pruebas que quizá repita de vuelta en Madrid. Como cierto bizcocho que salió riquísimo y segurísimo que volverá a caer, a ver si al elfo le gusta tanto como a mis padres. Aunque como mi padre tiene un buen surtido de buenas cámaras digitales a lo mejor le tomo prestada alguna durante esta semana para colgar alguna receta nueva. Mientras tanto, me pongo al día con entradas que tengo en la recámara, esperando en ve la luz. Como esta sencillísima receta de panecillos tiernos hechos con buttermilk.
Di con la receta en una de mis rondas aleatorias por la red, y me gustó porque parecía sencilla, rápida, y con un resultado final muy apetecible. Además por esas fechas había comprado una nueva batidora-amasadora y tenía ganas de probarla con una masa de pan, y encima había un bote de buttermilk abierto en la nevera que había que gastar. Dividí la receta original por la mitad y listo; el resultado fueron unos panecillos tiernos de miga muy suave, que al no ser casi nada dulces valen tanto para untarlos con mermelada como para acompañar algo salado.
Receta ligeramente modificada de The Fresh Loaf
- 385 gr de harina de fuerza
- 9 gr de levadura fresca de panadería
- 3/4 cucharadita de sal
- 10 ml de agua caliente
- 250 ml de buttermilk
- 1 cucharada de miel
- 1 huevo
- semillas al gusto
Desmigar la levadura fresca con los dedos y mezclar con el agua en un pequeño cuenco hasta que se haya disuelto. Tapar con un paño y dejar fermentar unos 15 minutos.
En un recipiente amplio, poner la harina formando un hueco en el centro y verter la mezcla de levadura, la miel y el buttermilk. Mezclar un poco hasta que se integre todo y añadir la sal. Amasar con máquina unos 10 minutos, o a mano un poco más, hasta conseguir una masa homogénea, lisa y elástica. Debe ser húmeda pero no excesivamente pegajosa; ajustar la cantidad de humedad y harina en caso necesario hasta conseguir una consistencia manejable. Formar una bola. Engrasar un recipiente limpio, poner la masa dentro, rotándola para que se engrase un poco, tapar con film y/o un paño de cocina húmedo y dejar levar hasta que doble su tamaño.
Deshinchar, amasar un poco más y dividir en unas 6-8 porciones del mismo tamaño (se pueden pesar para hacerlo exacto o simplemente a ojo, tampoco es muy importante). Formar una bola con cada una y colocar en un molde engrasado, rectangular o redondo, o simplemente en la bandeja del horno. Las piezas deben estar juntas, pegadas. Cubrir con film o con un paño y dejar levar hasta que vuelvan a doblar su tamaño, unos 45 minutos ó 1 hora.
Precalentar el horno a 220ºC. Batir ligeramente el huevo y pintar con un pincel el exterior de los bollos, con suavidad. Cubrir con semillas al gusto (yo usé sésamo y amapola). Hornear unos 30 minutos, hasta que se hayan dorado por fuera. Desmoldar y dejar enfriar sobre una rejilla. Aunque están riquísimos cuando aún están un poco calientes.
Me voy volando que se me va a escapar el autobús; hoy toca ir de rebajas con mi madre (miedo me da).
Komentar
Posting Komentar