Mi idea inicial era dedicar los domingos a las entradas de viajes y otras cosas, para terminar la semana "relajada". El problema es que nunca llego al domingo descansada, al final siempre termino hecha polvo porque soy de las que aprovechan el último día de la semana para hacer de todo. Parece algo absurdo, ya que al no tener trabajo fijo podría organizarme mejor a lo largo de la semana, pero al final siempre dedico el domingo a hacer limpieza general, plancha, cocina para los tuppers del elfo, algo de compra... A lo tonto, pasó octubre sin que continuara con la crónica del viaje de este verano a Portugal, pero como aquí no hay normas de publicación hoy me parece un día tan bueno como cualquier otro para seguir nuestra ruta. Hoy nos vamos a Braga en un día gris, igualito al que nos tocó en agosto cuando pisamos el suelo de esta bella ciudad.

Braga es una de las ciudades históricas más destacadas de Portugal, y podríamos decir que de toda la Península Ibérica. Fue fundada por el gran Augusto bajo el nombre de Bracara Augusta, y por tanto sus orígenes se remontan a más de dos mil años. Fue un importante centro de comunicaciones, sede administrativa del Imperio Romano y, posteriormente, capital de la provincia de Gallaecia. Su catedral, y su Diócesis, son las más antiguas del país, y de hecho tuvo gran importancia como vía del Camino de Santiago, con cuya templo tuvo un gran rivalidad.

Hoy es una ciudad que conjuga ese pasado histórico con aires de renovación que traen poco a poco sobre todo los jóvenes estudiantes que acuden a su Universidad. Tiene ese aire "antiguo" tan característico de las urbes lusas, pero con un buen estado de conservación y cuidado por sus monumentos y calles. El centro histórico está bien delimitado, con algunas calles más principales donde se mezclan turistas y locales, pero siempre es recomendable callejear y perderse un poco al azar para descubrir diferentes rincones.


Nuestra visita coincidió con un día muy gris y algo fresco, pero no nos quejamos en absoluto. Veníamos de un agosto asfixiante - previo julio infernal - en Murcia y ese cambio se agradecía. Incluso le daba más encanto y todo, haciendo que la visita a la bella catedral tuviera un toque más místico. Es muy recomendable solicitar la visita al coro para admirar la sillería, los órganos y tener unas vistas excepcionales del interior del templo.

Al salir no pudimos evitar tomar uno de esos deliciosos y baratos cafés acompañados de un dulce, una especie de ritual cuando se está en Portugal. Hay cafeterías y pastelerías por todos lados, y a los portugueses les gusta disfrutar de sus pasteles con una buena taza. El camarero era simpatiquísimo, por cierto, y tres cafés con dos pasteles en la terraza no llegaron a sobrepasar los 5€.


Tras pasear tranquilamente, curiosear escaparates y tiendas, descubrir un mercadillo de segunda mano con objetos antiguos y admirar muchos monumenos y detalles en los edificios, encontramos un buen restaurante donde recuperar energías. El Copo 1/2 es un local reformado con aires modernos que respeta la arquitectura original, distribuido en varios espacios en los distintos pisos con una carta variada perfecta para comensales con gustos diferentes. Tiene pinta de ser un buen sitio para copas y tapeo por la noche.




El típico aperitivo portugués, de panes con mantequilla y algún picoteo, era excelente, con un paté de atún delicioso y panecillos ricos. Así se paga el extra a gusto. Mi padre pidió una sopa de primero - es MUY sopero - y luego bife en salsa de pimientas, mi madre optó por pescado al horno y yo no me pude resistir a la opción vegetariana con un tofu excelente bien acompañado de ricas verduras. Tarta de lima de postre, ligeramente ácida y muy aromática. En la terraza había una pareja de padres jóvenes con una niña pequeña y un bebé, y parecían satisfechos también. Restaurante muy recomendable.


Por la tarde nos aventuramos con el coche a buscar el Santuario de Bom Jesus do Monte, lugar de peregrinación la mar de curioso sobre todo por los hoteles caretes que lo rodean. Parece que las bodas y celebraciones varias se llevan mucho por allí arriba, y de hecho se estaba celebrando una en esos momentos, aunque algo horterilla, debo comentar. El problema es que justo al llegar se puso a llover, con intermedios de auténtico diluvio. Yo disfruté como una enana a pesar de empaparme las sandalias y helarme un poquito, aunque el agua limitó nuestra visita. Aunque sea sólo por las vistas y el ambiente, subir merece la pena.

En definitiva, el agua y la ausencia de sol no empañaron un día muy agradable en una ciudad con mucho encanto, y buena comida :).

Braga es una de las ciudades históricas más destacadas de Portugal, y podríamos decir que de toda la Península Ibérica. Fue fundada por el gran Augusto bajo el nombre de Bracara Augusta, y por tanto sus orígenes se remontan a más de dos mil años. Fue un importante centro de comunicaciones, sede administrativa del Imperio Romano y, posteriormente, capital de la provincia de Gallaecia. Su catedral, y su Diócesis, son las más antiguas del país, y de hecho tuvo gran importancia como vía del Camino de Santiago, con cuya templo tuvo un gran rivalidad.

Hoy es una ciudad que conjuga ese pasado histórico con aires de renovación que traen poco a poco sobre todo los jóvenes estudiantes que acuden a su Universidad. Tiene ese aire "antiguo" tan característico de las urbes lusas, pero con un buen estado de conservación y cuidado por sus monumentos y calles. El centro histórico está bien delimitado, con algunas calles más principales donde se mezclan turistas y locales, pero siempre es recomendable callejear y perderse un poco al azar para descubrir diferentes rincones.


Nuestra visita coincidió con un día muy gris y algo fresco, pero no nos quejamos en absoluto. Veníamos de un agosto asfixiante - previo julio infernal - en Murcia y ese cambio se agradecía. Incluso le daba más encanto y todo, haciendo que la visita a la bella catedral tuviera un toque más místico. Es muy recomendable solicitar la visita al coro para admirar la sillería, los órganos y tener unas vistas excepcionales del interior del templo.

Al salir no pudimos evitar tomar uno de esos deliciosos y baratos cafés acompañados de un dulce, una especie de ritual cuando se está en Portugal. Hay cafeterías y pastelerías por todos lados, y a los portugueses les gusta disfrutar de sus pasteles con una buena taza. El camarero era simpatiquísimo, por cierto, y tres cafés con dos pasteles en la terraza no llegaron a sobrepasar los 5€.


Tras pasear tranquilamente, curiosear escaparates y tiendas, descubrir un mercadillo de segunda mano con objetos antiguos y admirar muchos monumenos y detalles en los edificios, encontramos un buen restaurante donde recuperar energías. El Copo 1/2 es un local reformado con aires modernos que respeta la arquitectura original, distribuido en varios espacios en los distintos pisos con una carta variada perfecta para comensales con gustos diferentes. Tiene pinta de ser un buen sitio para copas y tapeo por la noche.




El típico aperitivo portugués, de panes con mantequilla y algún picoteo, era excelente, con un paté de atún delicioso y panecillos ricos. Así se paga el extra a gusto. Mi padre pidió una sopa de primero - es MUY sopero - y luego bife en salsa de pimientas, mi madre optó por pescado al horno y yo no me pude resistir a la opción vegetariana con un tofu excelente bien acompañado de ricas verduras. Tarta de lima de postre, ligeramente ácida y muy aromática. En la terraza había una pareja de padres jóvenes con una niña pequeña y un bebé, y parecían satisfechos también. Restaurante muy recomendable.


Por la tarde nos aventuramos con el coche a buscar el Santuario de Bom Jesus do Monte, lugar de peregrinación la mar de curioso sobre todo por los hoteles caretes que lo rodean. Parece que las bodas y celebraciones varias se llevan mucho por allí arriba, y de hecho se estaba celebrando una en esos momentos, aunque algo horterilla, debo comentar. El problema es que justo al llegar se puso a llover, con intermedios de auténtico diluvio. Yo disfruté como una enana a pesar de empaparme las sandalias y helarme un poquito, aunque el agua limitó nuestra visita. Aunque sea sólo por las vistas y el ambiente, subir merece la pena.

En definitiva, el agua y la ausencia de sol no empañaron un día muy agradable en una ciudad con mucho encanto, y buena comida :).
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