El otro día un familiar me dejó un comentario en las redes preguntándome que quién se comía todas las cosas que preparo, y respondí que en broma que luego hay que quemarlo todo y ya está; pero no es del todo cierto. En primer lugar, no hago tantos dulces como podría parecer -y además son mucho menos, digamos, dulces, a como los hacía hace años- ni los comemos a diario en casa. Pero si salgo a correr no es por quemar calorías o por compensar unas galletas o un bizcocho: corro sencillamente porque me encanta, me da vitalidad, me hace sentir bien.
Hace tiempo que no reflexiono un poco en voz alta -escrita- sobre mis salidas de running, quizá porque ya es tan parte de mi rutina que ni me parece algo reseñable. Sin embargo, cuando se comentó en la presentación del II Estudio de Vitalidad Zespri que practicar ejercicio es un motor clave de vitalidad, me di cuenta de lo importante que es para mí, para no volverme loca. Los comienzos pueden ser duros, pero en cuanto coges cierto hábito el ejercicio te engancha, y de buena manera.
Es curioso cómo, aunque esté cansada o lleve días durmiendo poco, salir a correr me despeja, me despierta y me estimula. La fatiga después de practicar ejercicio es diferente al agotamiento por llevar horas sentada delante del ordenador, o de pasarme la mañana cocinando y limpiando; es un cansancio positivo, revitalizante, por así decirlo.
No hace falta machacarse ni mucho menos, y de hecho no recomiendo llevarse hasta el límite ni obsesionarse con tiempos, marcas o pautas, salvo que nos dediquemos a competir. Yo corro ya sin metas, me dejo llevar, escucho música o podcasts y disfruto de mi barrio, del paisaje, de las calles, del campo o del espacio que sea donde me pille. Me llevo las zapatillas en la maleta por si saco tiempo cuando estoy de viaje para correr un poco -el amanecer de Viena el pasado mes de septiembre fue especialmente mágico-, y siempre merece la pena madrugar más para correr a primera hora si luego no voy a tener tiempo.
El ejercicio moderado es muy sano y básico para mantenerse bien, puede prevenir enfermedades y es una manera de llegar a la vejez en mejor forma. Pero también relaja, quita estrés, hace ver las cosas con otra perspectiva y te permite desconectar.
Yo recomiendo hacer deporte o salir a caminar al aire libre, porque es más barato que un gimnasio y porque necesito el contacto con el exterior. El aire, la luz, ver cómo cambia la naturaleza con el paso de las estaciones, encontrarme con los mismos vecinos, descubrir nuevas tiendas o caminos... Si trabajáis desde casa o encerrados en un cubículo, estirar los músculos en el exterior siempre es muy recomendable. ¡Mejor si hay un buen parque o entorno natural cerca, claro! Y, siempre que sea posible, aprovechando la vitamina D que nos da el sol.
No siempre se disfruta igual pero tampoco pasa nada, unas veces se rinde mejor que otras. Lo importante es saber escuchar al propio cuerpo, y mimarlo, que para eso es nuestro y el único que tenemos. Como señalan en el estudio, la vitalidad es una suma de muchos factores, alimentación, salud física, bienestar familiar, ocio, trabajo, relaciones de pareja... Para mí, salir a correr es ya algo básico para sentirme bien, y además me gusta hacerlo sola, es mi momento.
Si hacéis el test de vitalidad y os sale un índice bajito, quizá os falta encontrar ese deporte o actividad física que os enganche y os haga sentir bien. En la web tenemos ideas para empezar a practicar poco a poco nuevos hábitos, que sé que mucha gente necesita inspiración o un empujoncito para animarse. Y no hay que esperar a los "buenos propósitos" de año nuevo para arrancar, cualquier día es bueno para empezar a entrenar ;).
¿Vosotros sois deportistas? ¿Vais al gimnasio para "compensar" excesos o porque os gusta? ¿Sois constantes practicando ejercicio o más bien os movéis por rachas? Tengo curiosidad :).
Imágenes | Unsplash
Post con contenido patrocinado - Los comentarios y opiniones son personales
Hace tiempo que no reflexiono un poco en voz alta -escrita- sobre mis salidas de running, quizá porque ya es tan parte de mi rutina que ni me parece algo reseñable. Sin embargo, cuando se comentó en la presentación del II Estudio de Vitalidad Zespri que practicar ejercicio es un motor clave de vitalidad, me di cuenta de lo importante que es para mí, para no volverme loca. Los comienzos pueden ser duros, pero en cuanto coges cierto hábito el ejercicio te engancha, y de buena manera.
Es curioso cómo, aunque esté cansada o lleve días durmiendo poco, salir a correr me despeja, me despierta y me estimula. La fatiga después de practicar ejercicio es diferente al agotamiento por llevar horas sentada delante del ordenador, o de pasarme la mañana cocinando y limpiando; es un cansancio positivo, revitalizante, por así decirlo.
No hace falta machacarse ni mucho menos, y de hecho no recomiendo llevarse hasta el límite ni obsesionarse con tiempos, marcas o pautas, salvo que nos dediquemos a competir. Yo corro ya sin metas, me dejo llevar, escucho música o podcasts y disfruto de mi barrio, del paisaje, de las calles, del campo o del espacio que sea donde me pille. Me llevo las zapatillas en la maleta por si saco tiempo cuando estoy de viaje para correr un poco -el amanecer de Viena el pasado mes de septiembre fue especialmente mágico-, y siempre merece la pena madrugar más para correr a primera hora si luego no voy a tener tiempo.
El ejercicio moderado es muy sano y básico para mantenerse bien, puede prevenir enfermedades y es una manera de llegar a la vejez en mejor forma. Pero también relaja, quita estrés, hace ver las cosas con otra perspectiva y te permite desconectar.
Yo recomiendo hacer deporte o salir a caminar al aire libre, porque es más barato que un gimnasio y porque necesito el contacto con el exterior. El aire, la luz, ver cómo cambia la naturaleza con el paso de las estaciones, encontrarme con los mismos vecinos, descubrir nuevas tiendas o caminos... Si trabajáis desde casa o encerrados en un cubículo, estirar los músculos en el exterior siempre es muy recomendable. ¡Mejor si hay un buen parque o entorno natural cerca, claro! Y, siempre que sea posible, aprovechando la vitamina D que nos da el sol.
No siempre se disfruta igual pero tampoco pasa nada, unas veces se rinde mejor que otras. Lo importante es saber escuchar al propio cuerpo, y mimarlo, que para eso es nuestro y el único que tenemos. Como señalan en el estudio, la vitalidad es una suma de muchos factores, alimentación, salud física, bienestar familiar, ocio, trabajo, relaciones de pareja... Para mí, salir a correr es ya algo básico para sentirme bien, y además me gusta hacerlo sola, es mi momento.
Si hacéis el test de vitalidad y os sale un índice bajito, quizá os falta encontrar ese deporte o actividad física que os enganche y os haga sentir bien. En la web tenemos ideas para empezar a practicar poco a poco nuevos hábitos, que sé que mucha gente necesita inspiración o un empujoncito para animarse. Y no hay que esperar a los "buenos propósitos" de año nuevo para arrancar, cualquier día es bueno para empezar a entrenar ;).
¿Vosotros sois deportistas? ¿Vais al gimnasio para "compensar" excesos o porque os gusta? ¿Sois constantes practicando ejercicio o más bien os movéis por rachas? Tengo curiosidad :).
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